Existen 29 construcciones en la croa de forma
circular simple u ovalada, una muralla en forma
de espolón, y un hoyo junto con un barrio
extramuros. Todas las viviendas cuentan con
hogares y en algunas se observan restos de
poste. En este yacimiento se encontraron
múltiples fragmentos de cerámica indígena,
útiles de hierro y bronce, molinos de una
piedra, fíbulas, moldes, cuentas de vidrio y
otros elementos, hoy en día expuestos en el
Museo Arqueológico de A Coruña.
Se trata de un yacimiento ampliamente conocido
en la bibliografía arqueológica gallega, tanto
por ser uno de los primeros asentamientos
estudiados en el comienzo de las investigaciones
sobre la cultura castreña, como por haberse
desarrollado en él numerosas intervenciones
arqueológicas. Se realizaron excavaciones en las
décadas de los años 30, 70 y 90 del pasado siglo
y, a lo largo de este período de tiempo, en el
interior de la croa fueron puestas a cielo
abierto un buen número de construcciones, que
forman un conjunto arquitectónico bastante
homogéneo en el que se observan similares
características constructivas y de conservación.
Las investigaciones realizadas en la campaña de
excavación y restauración de 2007 en el Castro
de la Cidá de Borneiro acercaron datos muy
novedosos con respeto del Monumento de Forno,
documentado en excavaciones anteriores. Pudo
confirmarse su funcionalidad análoga a elementos
encontrados en otros castros, como Punta de los
Prados o Coaña, aunque en este caso la
estructura tiene mayores dimensiones. El gran
número de estudios e intervenciones, así como la
buena conservación de buena parte del castro,
confieren unas interesantes expectativas de cara
a su aprovechamiento cultural con fines
pedagógicos y didácticos, facilitando la visita
del público y contribuyendo a la comprensión
tanto del yacimiento en particular como de la
cultura castreña en general.
La Cidá de Saceda
El Castro de Saceda se emplaza en una colina que
sobresale sobre la explanada que lo rodea, al
sur de la Sierra del Larouco, en las
penillanuras entre la sierra y la depresión de
Verín, en la cuenca del río Támega.
Históricamente esta comarca fue una zona
estratégicamente ubicada en un lugar central del
convento bracarense de la Gallaecia romana, con
capital en Braga, delimitado sobre un área
geográfico que tenía ya anteriormente
peculiaridades culturales propias, fruto de una
tradición que venía ya de la Edad del Bronce o
de la primera Edad del Hierro. Este yacimiento
tiene gran valor monumental por sus estructuras
y reúne características morfológicas similares a
los de la comarca, además de ser aquel que
proporcionó una cronología más antigua de los
estudiados hasta ahora en la zona.
El monumento de la Cidá de Saceda abarca un área
de 734.464 metros cuadrados donde se engloban
amplias calzadas enlosadas, cabañas pétreas, el
sistema defensivo más exterior como son las
murallas y los hoyos, y un área de seguridad
susceptible de emplazar otras no visibles en
superficie. Incluye además los vestigios
arqueológicos descubiertos por la investigación
y los espacios consustanciales a los mismos. Su
contorno de protección abarca 422.830 metros
cuadrados siguiendo criterios de visibilidad y
visibilización de la cidá.
Los condicionantes geográficos y históricos
fueron determinantes de las particularidades de
este castro, que luego se repetirían en el
conjunto de los castros de esta zona. La
característica más destacable es el potente y
variado sistema defensivo, compuesto por
imponentes murallas pétreas, construidas a
tramos con bloques ciclópeos y que se
conservaron desnudas en toda su extensión sin
estar cubiertas de tierra. Esta circunstancia,
junto con sus dimensiones actuales, así como los
derribes que se aprecian a sus pies y el acarreo
de una piedra a lo largo de los siglos, dan idea
de la consistencia y monumentalidad que
consiguieron en el momento de máximo apogeo.
El Castro de Saceda se yergue en medio de una
llanura, con un gran control visual sobre el
contorno. Se trata de un castro no romanizado,
con leves influencias del mundo romano deber a
los contactos comerciales, pero no a una
influenza romanizadora directa. En este
yacimiento se encontraron materiales cerámicos y
una importante colección de hallazgos metálicos.
Su cronología abarca desde el siglo VI antes de
Cristo al I después de Cristo, con una ligera y
residual reocupación en el siglo V después de
Cristo.
En el período de ocupación principal se
constatan dos fases: la primera, de los siglos
VI y V la. C., caracterizada por construcciones
en materiales perecederos en una zona concreta
del poblado (a croa); y la segunda, del siglo IV
la. C. al siglo I d.C., donde destacan el
arrasamento de la primera fase, la
reorganización urbanística y la petrificación
total de sus estructuras.
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